La leche de coco tiene una Increíble riqueza nutricional, estaríamos hablando de lo que se considera un superalimento. Es una bebida equilibrada con un alto contenido en nutrientes esenciales, 100 g de leche de coco aportan 5 g de hidratos de carbono, 2,30 g de proteínas, un contenido mayor que el de otros frutos. Muy rico en vitaminas y minerales, destacando especialmente su aporte en vitaminas del grupo B, las cuales ejercen importantes funciones nutritivas y energéticas en nuestro sistema nervioso. Entre estas vitaminas podemos mencionar la B1, B2, B3, B5 y B6. También aporta vitamina C. En cuanto a los minerales, es sumamente rico en minerales y oligoelementos, entre los que podemos mencionar el potasio, fósforo, selenio y cromo.
Por su sabor dulce tendemos a pensar que tanto el agua de coco como la leche de coco presentan un altísimo contenido en azúcares. Sin embargo, no contiene glucosa ni fructosa, a pesar de su sabor dulce. De hecho, solo posee un 2% de azúcar.
La leche de coco es un buen sustituto de la leche de vaca, principalmente porque no contiene nada de lactosa, una intolerancia al azúcar de la leche que impide su adecuada y correcta digestión, por lo que el consumo de lácteos ricos en este compuesto tiende a causar problemas digestivos y estomacales. Por este motivo, se ha convertido en una excelente opción para los veganos.
Es rico en ácido láurico, esto es un ácido graso saturado de cadena media que se convierte en monolaurina, que es, entre otras cosas, un antibacterial y antiviral, actuando como protector de nuestro organismo frente a infecciones y virus. Fortalece los huesos, el sistema inmunológico y alivia la artritis.
Una de las ideas que se tienen sobre la leche de coco y el coco en general es que engordan mucho debido sobre todo a su alto contenido en grasas saturadas. Sin embargo, al ser más rico en ácidos grasos saturados de cadena media, sus grasas se metabolizan más rápidamente como energía en nuestro hígado, así que hay menos probabilidad de que se almacenen. De hecho, tienden a ser rápidamente metabolizadas en nuestro organismo, convertidas en energía y por tanto nunca se convierten en grasa corporal.